El desfile de personal ha llegado a su punto álgido. El ritmo es de una cocinera por semana. Todas llegan con buen talante y ganas de gustar. Pero es imposible!. Francis es muy servicial per no sabe freir un huevo. La Visi no acaba de entender como se puede presentar a cocinera sin tener ni idea... -¡cá! esa lo que es, es cara dura!- no les perdona ni un ápice... ella se vino a la ciudad con 14 años y la pusieron a servir. Lo aprendió todo a base de errores corregidos sin cariño. Tiene la piel curtida como los elefantes. Por dentro es todo corazón, pero sin tonterías. A la semana siguiente ya hay otra en la cocina. Agustina parece una monja salida del convento. Explica que tiene 2 hijas que no la quieren y está sola en la vida... ¡cuanta desgracia corre por el mundo! Va con el pinganillo puesto todo el día, escuchando la radio. La señora se pone nerviosa. Tiene que "tocarle" en el hombro para avisarla de que necesita hablar con ella... Se le abren las aletas de la nariz cada vez. Ella no está acostumbrada a "tocar a nadie" para hablar. Agustina se mueve con un sigilo propio de espías; la señora se la encuentra por las esquinas, como atisbando y pegan las dos un respingo, -¡qué susto!-dicen las dos al unísono, y cada una sigue por su lado ladeando la cabeza con desconfianza hacia la otra. ¡Mal asunto!. Al cabo de una semana se despide. La pobre no ha dormido nunca fuera de su casa y esta vida no la resiste... Al cabo llega Ivona. Menuda y con movimientos de ratón. Todos los uniformes le van enooormes. ¡Parece que vaya vestida de largo!. Es como una hormiga que va haciendo en silencio. Le piden que limpie los fogones con lejía, los limpia; los azulejos con desengrasante poderoso, los limpia; más patatas fritas, las fríe; a todo dice que si. No habla. No mira la tele. No sale de fiesta. No lee. Si se le pregunta por algo, siempre dice, bueeno... ya veré... Es como un ser transparente que hace su trabajo y nadie se da cuenta de su presencia. -¡Ideal!- piensa contenta la señora. ¡Esta mujer es MI cocinera!. Le sube el sueldo. Le compra uniformes. Le deja libros de recetas. Le propone pasar el mes de julio en la casita de la playa. -Podrás tomar el sol y bañarte. Conocerás un lugar nuevo muy bonito. Apenas habrá trabajo, pues pasamos casi todo el día fuera- la engatusa la señora. Melindres que Ivona no necesita. Dice que no y que no a las muchas insistencias. Un buen día no aparece a su hora de trabajar. No contesta al móvil. Al cabo de varias horas por fín llama ella. Que un imprevisto en su casa... y no puede venir... nunca más! Que no le importa no cobrar lo que le falta... -¡Adiós Ivona, adiós!- La Visi, que se la miraba de soslayo hacía ya tiempo, comenta apoyada en la escalera. - ¡Mira tú! Pa que te fies! Y eso que era de cerca de mi pueblo!. Esa tenía un novio en Madrid y se ha ido tras él. La muy loca. Era un hombre casado!- La Visi está ufana porque sabe más que nadie sobre ella -Me lo dijo un día que tenía ganas de hablar y le tiré de la lengua- redondea con orgullo, cerrando los ojos y alzando la mandíbula. Después llegó Mori. Cubana afincada en la ciudad desde hace años. Lo primero, preguntó donde había un gimanasio, porque ella hacía pesas y futing. La señora no gana para novedades con el servicio doméstico!. Cocina regulin regulan, pero todo lo vende como "muy rico y alimenticio". Le dicen que se olvide del ajo y los aceites. -Pues para mí mejor. ¡Hago regimen para gustarle más a mi novio!- le suelta un día a la señora con aire de ofendida.
Cada mañana sale de casa con una cinta a lo indio en la cabeza y leggins y se va corriendo al gimnasio. Cuando vuelve toda sudorosa, comenta que las pesas son duras de soportar. ¡Cuidadito con ella!. La Visi se la mira de reojo, pero no le dice nada. Como no es del país, no està interesada. ¡Ella está en otro nivel! Mori duerme en la casa, pero ha dejado bien claro que fuera de sus horas de trabajo ella entra y sale con toda libertad. Nadie le tose, ni siquiera la señora!. -Mientras cocine lo que le pido- va conformándose ella.
Una noche Mori sale de juerga y vuelve a casa a las 3 de la madrugada. ¡Ay madre! la alarma está puesta, y unos cuantos cubatas también estan puestos. Al oir los alaridos del sistema de seguridad, se levanta el señor indignado. -¿Se puede saber qué horas son estas de volver a dormir?- Mori no se muerde la lengua -¡Yo vuelvo a la hora que me da la gana! ¿O es que es usted mi padre?-.
Al día siguiente por la mañana la señora está haciendo las cuentas del finiquito. La Mori en la puerta con la maleta de ruedas y aires guerreros tapetea con el pie en el suelo, impaciente. Con las cejas fruncidas y el dedo en alto mira furibunda a todo el que se le cruza por delante, sin decir palabra. No hace falta...
Cada mañana sale de casa con una cinta a lo indio en la cabeza y leggins y se va corriendo al gimnasio. Cuando vuelve toda sudorosa, comenta que las pesas son duras de soportar. ¡Cuidadito con ella!. La Visi se la mira de reojo, pero no le dice nada. Como no es del país, no està interesada. ¡Ella está en otro nivel! Mori duerme en la casa, pero ha dejado bien claro que fuera de sus horas de trabajo ella entra y sale con toda libertad. Nadie le tose, ni siquiera la señora!. -Mientras cocine lo que le pido- va conformándose ella.
Una noche Mori sale de juerga y vuelve a casa a las 3 de la madrugada. ¡Ay madre! la alarma está puesta, y unos cuantos cubatas también estan puestos. Al oir los alaridos del sistema de seguridad, se levanta el señor indignado. -¿Se puede saber qué horas son estas de volver a dormir?- Mori no se muerde la lengua -¡Yo vuelvo a la hora que me da la gana! ¿O es que es usted mi padre?-.
Al día siguiente por la mañana la señora está haciendo las cuentas del finiquito. La Mori en la puerta con la maleta de ruedas y aires guerreros tapetea con el pie en el suelo, impaciente. Con las cejas fruncidas y el dedo en alto mira furibunda a todo el que se le cruza por delante, sin decir palabra. No hace falta...
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