Ella llegó con su melena intensamente rubia, sus bototas de monte y una maleta llena de cintas de películas y música. Venía a cocinar, pero lo primero que pidió fueron más muebles en su habitación para poder colocar sus cosas, como tenía que ser... No se perdía ni un desayuno leyendo el diario, su mantequilla y su café eran sagrados. No tanto los gustos de la dueña... Llenaba la casa su risa rotunda. Por todo hacía unas risas...hasta cuando la amenazaban con despedirla. Y esto sucedía una vez al día, como mínimo. Un fin de semana se torció un tobillo. Al llegar casa, llamó al portero para que la subiera ... en brazos hasta su cuarto (3º piso) y allí se quedó varios dias, pidiendo que le subieran algo de comer. No podía poner un pie en el suelo. Sus compañeros, ya no lo fueron tanto. Todo su trabajo se lo tuvieron que repartir... Por fin un dia bajó a las dependencias de la cocina. Descalza, no le cabían las zapatillas. no podía hacer NADA, pero si podía sentarse y leer el periódico. Alguien le dijo que podía limpiar unos zapatos, y arreglar la fruta para el postre. Pero fueron demasiadas peticiones. Solo accedió a una. Llegó el jueves, su día libre y ¡MILAGRO! -¡Hoy no me duele el pie! puedo salirrrr - y se fue tooodo el día. Al día siguiente no podia casi caminar y tuvo que guardar reposo otra vez... Era un día apretado, intenso. Había mucho por hacer, muchos paquetes entraban y salían con el portero y la señora; venía más gente a comer. La Visi, sufrida compañera de trabajo, ya no podía acaparar más tareas; se le rizaba el pelo del sofocón que le subía cada vez que la veía allí sentada, con su bata... Entraba la señora con más bolsas y detrás el portero. El niño de la casa estaba muy enfadado buscando su espada, la abuela lo quería contentar; en esto, que llama el señor, que necesitaba comer antes porque tenía una reunión muy importante a las 3. En medio del ir y venir de todos se oye su voz -¡señora, señora...- -sí, dígame- le pregunta la señora solícita, a ver si con buenos ademanes consigue que se mueva del sillón -¿ necesita alguna cosa?- y ella contesta resuelta: -¿Tiene por ahí el periódico? ¿Me lo puede alcanzar?- el silencio se podia cortar con cuchillo... -¡Tonta es poco!- pensaba Visi, -Mañana le canto la caña. No puedo más- Y se la cantó. Después se la cantó el portero. Al cabo de 2 días dijo adiós entre risotadas que sonaban a falsete. La Visi le deseó buena suerte. La iba a necesitar, pobre florecilla.
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